sábado, 24 de diciembre de 2016

Llegó fin de año...


Y llegó fin de año. Después de actos de cierre y recitales escolares, diplomas de egresaditos, reuniones de padres, entregas de informes, fiestas de despedidas, los últimos cumpleaños, clases abiertas de inglés y de danza, fotos con Papá Noel, adaptación a la colonia... ¡llegamos al final! Se hizo largo o pasó volando, según como lo miremos; no importa: llegamos. Y los chicos están un año más grandes. Crecieron. Aprendieron. Nos sorprendieron una vez más con algo nuevo que ahora ya saben o pueden hacer. Cortar con cuchillo. Estar sin pañales. Aprender a escribir y a leer. Ellos cambian día a día y nosotros, a veces, ni nos damos cuenta. O nos damos cuenta ahora, a fin de año, cuando recapitulamos.

Entonces valió la pena todo el esfuerzo. Las corridas a las ocho de la mañana para llegar al colegio o para acostarnos temprano, siempre a contrareloj, para que cumplan sus diez horas de sueño. Haber hecho la comida los 365 días (bajo esa constante presión de "¡qué les hago hoy!"). Haber dejado todo lo que estabas haciendo -por más importante que fuera- cada vez que escuchabas un "¡mamá quiero hacer pis!". Haber contado cuentos todas las noches. O armado una rutina para el hogar e intentado seguirla a rajatabla, aunque no siempre con éxito. Haberte levantado en la mitad de la noche cuando tenían fiebre o un poco de insomnio. O trabajado de noche para dedicarles tiempo a ellos durante el día. Haberlos llevado al teatro, al museo, al parque, a la calesita, a la casa de amiguitos, a los cumples, cientos y cientos de veces. Y tantas cosas más.

No es la intención ponernos melancólicos -lejos estoy de querer hacerme la Beto Casella con toda esa nostalgia cincuenteañera sobre lo que les pasa a los padres cuando los hijos crecen (¡no me digan que no les llegó por Whatsapp!). Sino de festejar que estuvo bueno. Más allá de los pequeños fastidios cotidianos, la pasamos bien este año. Compartimos con ellos, estuvimos ahí cuando nos necesitaron, nos encanta ser parte de sus vidas y que ellos lo sean de la nuestra. Nos sentimos orgullosos cada vez que los vemos. Y sí, de eso se trata formar una familia.

Por eso en estas fiestas, brindo con ustedes. Brindo por más momentos llenos de maternidad. De eventos escolares, disfraces improvisados, cumpleaños, calesitas, salidas en bicicleta, paseos, leches chocolatadas y mucho más. Y en este brindis compartido no me quiero olvidar de agradecer a todos los siguieron el Blog este año. Mi última entrada tuvo más de 3200 lecturas, así que no puedo hacer más que darles un gran GRACIAS. Veo que no estoy sola en esto de pensar y repensar lo que significa ser mamá. ¡Salud!