jueves, 9 de junio de 2016

La generación de las mil y un actividades

Los chicos de hoy tienen su vida en un timetable. Los lunes, natación. Martes y jueves, danza. Miércoles, gimnasia artística; viernes, entrenamiento del deporte de turno. Y hay más: puede ser taekwondo, algún instrumento, apoyo escolar. Más cumpleaños (dos o tres al mes). Campamentos y otras actividades de la escuela fuera de horario. 
Cuando nosotros eramos chicos apenas si nos pagaban algún cursito de algo, una o dos veces por semana. Y ni qué hablar de nuestros padres y abuelos, que se criaron en la calle, sin la mirada ni la organización milimétrica del tiempo por parte de sus padres. Había entonces espacio para la dispersión, para el juego libre, para el aburrimiento que lleva a la creatividad. Sin tablets, ni celulares, ni Ipads, ni ningún otro chupete tecnológico. A pensar. A ingeniárselas.
A mí que me encantan las actividades extraescolares y me veo tentada de llenar el cronograma diario de mis hijas hasta reventar, a veces pienso qué equivocada estoy, qué felices que son cuando tienen tiempo de estar juntas, aburrirse juntas, para de allí lanzarse a imaginar!
Y por favor, a los jardines de infantes, un pedido de una madre sensata que ruega un poco de sentido común: los niños de menos de cinco años no necesitan "computación", al menos aquellos que viven en las principales metrópolis con la tecnología a su pleno alcance dentro de sus hogares. Ya son niños tecnológicamente integrados. Sólo hagan la prueba: pongan a un niño de dos años frente a un celular y vean cómo maneja perfectamente el sistema táctil. Los niños de hoy necesitan otra estimulación: mucho aire libre, mucho uso del cuerpo, movimiento y jugar, jugar y jugar. Que no se pierda la esencia de la primera infancia. Es sólo una idea...

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